sábado, 16 de septiembre de 2023

Nublados

 Y las nubes grises vuelven al horizonte, amanecen en tu ventana al despertar y te dices que hay un arcoiris escondido entre ellas, uno pequeñito que se resiste a desaparecer y al que te aferras con la esperanza de que si, al final del arcoíris encontrarás un caldero dorado.

Pero ¿y si no es así?; ¿y si al final sólo se funde con las grises?

Y sigues buscando un amanecer menos gris, menos complicado y menos inhóspito.

Y mientras, buscas un cofre en el que guardar esa sensación...

miércoles, 5 de julio de 2023

Tiempo de penumbra

¿Cuándo todo se volvió tan oscuro?

¿Cuándo dejamos de creer en los pequeños milagros?

¿Cuándo todo se nubló?


Las promesas sonaban falsas, la realidad pesaba cada día más y la esperanza hacía tiempo que había volado a tierras demasiado lejanas. 


Pasos cansados, 

pequeños pasos sin rumbo,

sin nadie a quien seguir y por nadie seguidos,

los pasos perdidos 

son pasos sin camino.


Amanece y sigue siendo noche,

la luz lucha por abrir una brecha 

pero es ardua tarea 

cuando no hay quien la busque. 


Acabará la noche

¿pero  quién quedará 

para ver el día?



                 Susana Lagares


 















martes, 6 de septiembre de 2022

Soltando lastres

 He de reconocer que a lo largo de mi vida, he tendido a llevar en mi mochila personal innumerables "trastos", algunos, útiles, otros entrañables, otros necesarios y otros, más de los que mi sensatez me aconsejaba, obligados.

Durante años he cargado con éstos últimos bien por obligación o bien por mi absurda convicción de que todo "trasto" merece una segunda oportunidad; incluso a veces les he dado una tercera, cuarta y sucesivas oportunidades.

Seguro que a todos nos pasa lo mismo, yo misma he justificado ante aquellos que me aconsejaban ir soltando lastre y ante mí misma, dicha actitud. Pero pasan los años y una decide ser honesta consigo misma.

Necesito volar de nuevo sin tantos lastres que me impiden controlar la ruta, sujeta ya de por sí a excesivos convencionalismos sociales.

Además, para ser sinceros la mayoría de esos "trastos" prescindibles, son realmente de escaso valor.

            Susana Lagares  


miércoles, 31 de agosto de 2022

Aquellos 31 de agosto

 Recuerdo aquellos 31 de agosto tan especiales de mi niñez y primera adolescencia; aquellos en los que no había teléfonos móviles, ni ordenadores personales con los que conectar durante las vacaciones de verano con tus amigos, aquellos en los que el contacto con los compañeros de siempre se limitaba a postales y llamadas desde la cabina telefónica, tras una larga espera en una cola llena de madres con niños y adolescentes románticas que añoraban a sus novios y que alargaban el tiempo de espera a lo que permitiese el monedero con calderilla.

 Aquellos en los que el día de regreso del veraneo oscilaba entre la tristeza de abandonar la libertad y la ausencia de obligaciones (a excepción de la fatídica hora de la siesta y guarda de digestión) y la emoción de compartir con tu confidente de toda la vida, las experiencias vividas, la gente conocida y, sobre todo, ese amor de verano a veces correspondido y a veces, la mayoría, platónico.

 La carrera por  adelantar a los demás miembros de la familia para coger la primera el teléfono de casa al llegar, la esperanza de que al otro lado de la línea también hubiesen regresado pues de no estar en su casa sabías que soltar ese teléfono te enviaba al final de la lista...

 Y por fín, esas conversaciones eternas interrumpidas por el  constante recordatorio parental de que el teléfono era para todos y no se podía acaparar (no creo que ese argumento puedan entenderlo las actuales generaciones). 

 Esas conversaciones en las que intentábamos condensar todas las experiencias vividas entremezclando las palabras, los gritos de emoción y algún que otro sollozo por lo dejado atrás...

 Realmente, en una época en la que nada queda por contar al final del verano pues todo se ha publicado, tuiteado y enviado, aquella emoción del reencuentro ha cambiado, no digo empeorado ni mejorado, sólo se ha evaporado... 

Susana Lagares

viernes, 19 de agosto de 2022

Introducción a nuevo relato

 Tic, tac, tic, tac, tic, tac... 

El sonido del reloj se abría paso hasta sus oídos a pesar de la mucha más cercana algarabía del partido televisado; ni siquiera las voces de los comentaristas, entrenadas para captar la atención del espectador más distraido, impedían que oyese el ritmo monótono y contínuo del reloj de la chimenea.

Era uno de esos días en los que la mente ha divagado tanto y por tantos paisajes mentales que involuntariamente necesita buscar un punto de referencia para anclarse de nuevo a la realidad. 

La noche se antojaba tranquila y de algún modo ya conocida pero aunque durante el día su naturaleza una y otra vez intentaba volar fuera y explorar tantas vidas distintas que sería imposible encauzarlas en una sola, según el sol se difuminaba poco a poco su mente buscaba el refugio de la cotidianidad y la costumbre adquirida.

Y sin embargo aquella noche no sería una noche más, algo en su interior le impedía hundir sus pensamientos en la asombrosa comodidad de la postura imposible con la que hacía suyo uno de los sofás familiares...


Susana Lagares






miércoles, 17 de febrero de 2021

Nosotros, la generación ...

    ¿Quién nos iba a decir a nosotros, los que mirábamos a nuestros abuelos y les llamábamos con admiración "la generación de la guerra", "la generación del hambre", "la generación superviviente" que nos íbamos a convertir en "la generación de la pandemia"?
    Triste honor que devorábamos en historias ficticias de cine y literatura creyendonos preparados para afrontar cualquier escenario cuasi apocalíptico ya fuera de tipo bélico, energético, hambruna o incluso, si los no muertos tomaban el control.
    Y sin embargo, a pesar de los estragos que provocaban pandemias regionales como el ébola o la gripe aviar nos creímos a salvo de cualquier amenaza sanitaria mundial porque bueno, ya sabemos, el mundo occidental, el "primer mundo", llevamos una velocidad de crucero superior, ¡menudos somos!...
    Un año ya (y lo que nos queda aún) en el que hemos ido a remolque siempre de las circunstancias demostrando una vez más la improvisación y descoordinación de los gobernantes mundiales que a la par que pedían solidaridad y colaboración a la población, eran incapaces de organizarse y cooperar entre los distintos gobiernos nacionales e internacionales.
    El día de mañana nuestros nietos nos oirán contar batallitas sobre la búsqueda  de mascarillas, guantes y gel antiséptico, afrontar ese teletrabajo que todos exigíamos durante años pero para el que pocos estaban realmente preparados, las clases a distancia, las citas médicas por teléfono, los saludos con el codo, los aplausos a las ocho de la tarde... Y tantas otras cosas que mejor no recordar...
    ¿Aprenderemos la lección y sobre todo la recordaremos para no caer en los mismos errores? Quiero creer que sí, que aprenderemos que todos juntos avanzamos más que cada uno por nuestro lado, que la globalización debiera servir para confirmar que como suele decirse, el aleteo de una mariposa en un extremo del mundo crea un movimiento capáz de afectar al contrario.
    Espero que además de la Generación de la Pandemia se nos llame la Generación de la Colaboración; lo reconozco, el nombre tengo que pensarlo un poco más pero la idea es clara: Sólo trabajando juntos podemos afrontar cualquier futura amenaza.
     

                                                                                                                     Susana

                                                                                                                  (febrero/21)

domingo, 9 de agosto de 2020

BUCEANDO EN ANTIGUAS CARPETAS...

 Este es uno de esos escritos que aparecen entre mis antiguas carpetas, uno de esos escritos que nunca creí que vería la luz pero que es interesante publicar a la hora de volver por aquí:


(22 de enero de 1988)

    Me gustaría escribir una historia realmente interesante, una historia capaz de atraer la atención de quien quizás por pura casualidad, empezase a leer esta hoja. Sería hermoso saber que mi imaginación es tan fértil como para conseguir llenar el tiempo de un hipotético lector.

    Sin embargo, desgraciadamente, nunca logro escribir nada lo suficientemente importante o al menos, lo suficientemente largo como para poder tener una trama definida. A menudo se me ocurren grandes ideas y proyectos literarios pero, por algún oscuro motivo, sólo aparecen en aquellos momentos en que me es imposible ponerme a escribir; más tarde, cuando puedo ya hacerlo han desaparecido o no me parecen tan grandiosas.

    Pero no por ello pierdo la esperanza, desde pequeña me ha sido mucho más sencillo expresar mis sentimientos e impresiones en un pedazo de papel cualquiera, es más, se diría que siempre que he tenido algo importante que contar (o alguien importante a quien contárselo) lo he hecho por escrito.

    Bueno, la verdad es que, a veces, si consigo escribir brevísimas historias de las que llego a sentirme muy orgullosa, pero como ya he comentado son tan cortas que no llegan a lograr consolidar su propia trama. Nunca sabrán los escritores de todo género literario la envidia y admiración que me causan.

    Tal vez algún dia consiga mi sueño de crear algo más que unas palabras sin contenido real, por el momento me consuelo contando todo aquello que pasa por mi mente y conservándolo por si en un futuro, llega a ser más que un sueño. Me gusta releer esos escritos cuando ha pasado ya bastante tiempo, me gusta estudiar el estilo y en el fondo también, mi personalidad tan sinceramente reflejada en ellos; es curioso como una persona puede cambiar en relativamente pocos años. Toda mi vida se encuentra allí, guardada en un cajón, en un intento de dominar las situaciones que, en su momento, no conseguí dominar.

    Creo que toda mi vida se ha guiado por mis sueños, pero de algún modo esa guía no ha podido convertirlos en realidad en la mayoría de las ocasiones.

    ¿Quién sabe?, tal vez en esto consista realmente la vida cotidiana.

   

Susana (22-01-88)